“El amor es ciego” es una frase de Platón que ha pasado a engrosar las filas del refranero. Fundamentalmente se trata de admitir que cuando alguien está enamorado por faltas que tenga el objeto de su amor, lo verá perfecto, o casi, si es que acepta su condición humana. Al respecto hay un relato que pretende dar una explicación fabulada. Cuentan que una vez se reunieron, en un lugar de la tierra, todos los sentimientos y las cualidades de los hombres. Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la locura – como siempre tan loca - les propuso: “¡Vamos a jugar a las escondidas!”. La intriga levantó la ceja, intrigada, y la curiosidad, sin poder contenerse, preguntó “¿A las escondidas? ¿Y cómo es eso?”. “Es un juego”, explicó la locura, “en que yo me tapo los ojos y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden. Cuando haya terminado de contar, el primero de ustedes al que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego”.